Algo tan familiar y común hoy día, como la existencia de un negativo fotográfico (1) , del cual es posible obtener una cierta cantidad de copias constituyó en los años Treinta del pasado siglo XIX, un gran descubrimiento que sólo fue valorado, en su justa medida, una década más tarde.
La exposición CALOTIPOS, W.H. FOX TALBOT Y SU CÍRCULO FAMILIAR, abierta actualmente en el Museo de Bellas Artes de Caracas, muestra un conjunto de fotografías hechas con negativos y el sistema llamado calotipia, que permitió hacer las primeras tomas fotográficas sobre papel, con sus copias, que se conocen en el mundo.
William Henry Fox Talbot, el inventor de este procedimiento, que patentó en 1842, debió luchar con múltiples inconvenientes para que se reconociera la importancia de su obra pues, a diferencia del daguerrotipo –la modalidad más difundida de la fotografía a comienzos de la década de los Cuarenta del siglo XIX–, el calotipo contó con una aceptación muy limitada en los primeros años, debido a varias razones: una, que su creador impuso patentes de uso a quienes quisieran emplear su técnica reproductiva de la realidad, cosa que no hizo Jacques Daguerre; dos, la falta de nitidez de las imágenes, en comparación con las del daguerrotipo; y, tres, que los calotipos no se presentaban como los daguerrotipos, en lujosos estuches de cuero y terciopelo, ni se convertían, por lo tanto, en objetos únicos y elitescos.
Las otras dos modalidades fotográficas en boga, las de Niepce y Daguerre, tuvieron mayor fortuna en sus inicios, pero debieron competir durante más de veinte años, para atraer y conservar sus respectivas clientelas.
El hecho de que con la calotipia se pudiera crear un negativo y que con éste se pudiera obtener la cantidad de copias que se deseara o fuera necesaria, asombrosamente no tuvo mayor relevancia en los primeros años de vida de la fotografía.
Por este motivo, Fox Talbot se dedicó en los años siguientes al lanzamiento de su invento a mejorarlo, haciendo cada vez más nítidas sus imágenes. Eliminó, además, el cobro de patente en 1852 y, sobre todo, demostró la superioridad técnica de su creación, al publicar el primer libro de fotografías del que se tiene noticia, que no se hubiera podido hacer con daguerrotipos: THE PENCIL OF NATURE, (1843).
El desarrollo posterior de la fotografía ha confirmado las excelencias de la calotipia, hasta el punto de que hoy se le considera la base de la fotografía moderna.
La muestra del MBA incluye un total de 82 hermosas calotipias hechas por Fox Talbot y por sus parientes políticos, John Dillwyn Llewelyn y Nevil Story Maskelyne, quienes desde conocerla se sintieron atraídos por la naciente técnica.
Lo curioso es que gracias a la propiedad del calotipo de poder obtener copias a partir de un negativo, es que podemos disfrutar en nuestro país de la muestra, ya que se trata de heliograbados (imágenes hechas con la luz) elaborados a partir de los negativos, con el procedimiento original de Fox Talbot.
Estas copias -originales– que exigen un cuidado esmerado desde el punto de vista de la conservación–, permiten no sólo que conozcamos los calotipos sino que, a la vez, posibilitan la preservación de las delicadas obras copiadas hace siglo y medio por sus autores, las cuales de otra manera, por su gran sensibilidad ante la luz, no hubieran podido exhibirse ahora y en los más distantes países del mundo, como se hace en los actuales momentos.
Este artículo fue publicado originalmente en el diario EL NACIONAL, Caracas, 25/09/1990, pág. A-6.
Notas al pie: (1) Recordemos que, en vida de la autora, no existía la fotografía digital.
Créditos de la fotografía: The Pencil of Nature, Tafel III, Henry Fox Talbot. 1844-1846.
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