La fotografía, tanto práctica como teóricamente, está despertando en las mujeres, un interés similar al que desde hace años suscita entre los hombres. Esta afirmación que parece tan evidente, habría resultado utópica en nuestro país durante el siglo XIX y principios del XX porque dedicarse plenamente a este tipo de trabajo no parecía propio de una dama.
El tan discutido problema de la no participación de la mujer en el mundo de la política, la ciencia, la economía y la cultura en general, se refleja también y de forma patente en la adopción de la fotografía como profesión. Mientras el aprendizaje del piano y otros instrumentos musicales, el dibujo, la pintura, las manualidades e incluso la literatura eran actividades aceptadas para las mujeres del pasado siglo (nos referimos a las pertenecientes a los grupos privilegiados), la fotografía no era vista como un oficio, sino apenas como una distracción, no muy adecuada al sexo femenino. Ello debido a sus características, por una parte, de movilidad –tan opuesta a la actitud pasiva exigida a la mujer por los cánones morales de la época–, y por otra, por el obligante contacto con el público, en el caso del género retratístico.
La imagen de la mujer, en cambio, fue y sigue siendo el modelo ideal de los fotógrafos desde los tiempos del daguerrotipo. En Venezuela, la mujer posa para los fotógrafos anónimos de los inicios de la técnica en el país y luego para Federico Lessmann, para Manrique y Cía., para O’Bríen y Pietri, para Henrique Avril, para Luis Felipe Toro, entre otros, y de igual modo aparece también en la fotografía contemporánea. Sin embargo, su ingreso en la profesión como sujeto es muy lento, siendo las primeras fotógrafas venezolanas más compañeras de los artistas del momento que trabajadoras con autonomía propia. Por los datos obtenidos hasta el presente, una de las primeras mujeres que hacen fotografía en la Venezuela de finales de siglo, es María Lourdes Ugueto de Avril, esposa del importante fotógrafo Henrique Avril. María Lourdes comienza coloreando las imágenes de éste y después toma la cámara ella misma. Algunos de sus trabajos aparecen firmados con el nombre de María Avril, pero no hemos encontrado avisos ni notas de prensa donde se hable o se ofrezcan sus servicios fotográficos. El trabajo de María Lourdes Ugueto pasa casi inadvertido en su tiempo, siendo casi ajeno para la prensa de entonces, que era el medio más utilizado por los profesionales para promocionarse. Las condiciones en que se desarrolla la labor de María Lourdes Ugueto, que pueden parecer casuales, toman otra significación cuando los comparamos con las informaciones relativas a las bolivarenses Elodia Pinto de Solórzano, de Tumeremo, y Ada Vautray de Aristeguieta, de Ciudad Bolívar. Tales informaciones son proporcionadas por Rafael Pineda en su ensayo Cien años de fotografía en el Estado Bolívar (1), y en él habla de cómo estas damas, compañeras de dos fotógrafos importantes de la zona, en la década de los Diez del presente siglo, realizan ocasionalmente este tipo de trabajo junto a sus cónyuges. En el caso de Elodia Pinto, la situación es todavía más interesante ya que ella utiliza la cámara de su esposo, Ramón Solórzano Gómez, y realiza trabajos que éste firma y envía a las revistas caraqueñas. El Nuevo Diario del 31 de julio de 1914, nos permite saber que la Escuela de Artes y Oficios tenía una cátedra de fotografía destinada sólo a mujeres y anuncia una exposición de trabajos fotográficos femeninos. Falta saber, por supuesto, qué enfoque y posibilidades se les ofrecían a las participantes. Otro caso interesante es el que aporta la revista Actualidades, N-11, del 17 de marzo de 1918, en el que aparece publicada una toma hecha y firmada por la señora Soledad de Braun cuya descripción señala: “uno de los más poéticos rincones de Mi Rancho, el bello cottage que en El Paraíso posee la señora viuda de Braun”. Por el tema de esta fotografía, se podría pensar que en la mayoría de los casos captar las inmediaciones de su hogar, resultaba para esos momentos un verdadero reto.
Llama la atención sin embargo, que entretanto, en otras partes del mundo, la mujer estaba totalmente incorporada a esta actividad desde sus inicios. Por tomar únicamente dos casos, recordemos que a mediados del pasado siglo la inglesa Julia Margaret Cameron, realiza una notable colección de retratos. Para la década de los Treinta de este siglo, en Estados Unidos, Dorothea Lange hace un interesante trabajo de fotografía documental sobre los grupos migratorios en Estados Unidos, que la hacen transportar sus instrumentos de trabajo por las carreteras polvorientas de la Unión. Además, retrata los efectos de la gran depresión económica del 29. En Venezuela y en otros países latinoamericanos, el análisis de este tema, en el siglo pasado y principios de éste, nos revela la dependencia femenina con respecto no nada más al hombre sino también al moralismo estricto de nuestras sociedades. Hablamos de otros países latinoamericanos ya que no es únicamente en Venezuela donde advertimos este panorama. En México, según Rita Eder escribe en El desarrollo de temas y estilos de la fotografía mexicana (2): “alrededor de 1890 surge quizás la única mujer que había abierto un estudio fotográfico: Natalia Baquedano…”, hecho que coincidió, según la autora, con un importante movimiento de emancipación femenina iniciado en 1885.
La fotógrafa e historiadora cubana María Eugenia Haya, en su ensayo Apuntes para una historia de la fotografía en Cuba (3) no reseña la existencia de ninguna fotógrafa durante el tiempo al que nos hemos referido. Lamentablemente, hasta ahora, no sabemos de otros estudios a los cuales acudir para indagar cómo era la situación en otras naciones del continente. Podemos concluir que la fotografía como hecho visual, pero también como hecho social, refleja algo más que formas y estilos de vida, permitiéndonos reflexionar, una vez más, sobre hechos y situaciones que como éste de la marginalidad femenina, en casi todos los campos de la vida cotidiana, forman parte de la historia de nuestra Latinoamérica.
Este artículo fue publicado originalmente en el diario EL NACIONAL, Caracas, 23/11/1980, pág. A-5.
Créditos de la fotografía: «Paul and Virginia» por Julia Margaret Cameron, 1864.
Citas:
1* Rafael Pineda. Cien años de fotografía en el Estado Bolívar, Galería de Arte Nacional, Caracas,1979-1980, págs. 6-8.
2* Rita Eder, «El desarrollo de temas y estilos en la fotografía mexicana”, En Eugenia Meyer (ed.) IMAGEN HISTÓRICA DE LA FOTOGRAFÍA EN MÉXICO, Ciudad de México, Instituto Nacional de Antropología e Historia y Secretaría de Educación Pública, 1978, pág. 31.
3* Varios autores. Historia de la fotografía cubana, Casa de las Américas, La Habana, 1979.
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