A 140 años de un fallido intento

A 140 años de un fallido intento

A pesar de que muchos grupos humanos tuvieron y conservan aún la creencia de que, ante la fotografía, el modelo pierde sus energía vitales y hasta un poco su alma, el deseo de retener momentos, hechos, figuras de objetos o personas en imágenes que permanecen a través del tiempo fue una de las   primeras preocupaciones del hombre, una vez resueltos sus problemas cotidianos de subsistencia.

Son bien conocidas las  experiencias de Aristóteles (384 – 322 a.C.), dentro del campo de la Astronomía, cuando planteaba su interés por observar y, de ser posible, conservar las imágenes del Sol y la Luna a través de un objeto que bien podría tomarse como iniciador de la cámara oscura (una de las dos bases fundamentales de la fotografía).

La química, el otro pilar del invento, tenía ya para el siglo XIX, una larga trayectoria –desde la alquimia medieval–, en relación al estudio de la acción de la luz en las superficies sensibles a ella.

Hombres diferentes, en tierras distantes, hacían esfuerzos simultáneos por alcanzar la concreción del invento.

En Francia destacan Joseph Nicéphore Niepce (1765 – 1838) y Louis Jacques Mandé Daguerre (1799 – 1851). A Niepce le debemos la primera imagen fotográfica del mundo (¿1824 – 1826?), producto de largos años de trabajo y esfuerzos aislados. Daguerre, por su parte, concluyó la obra inacabada de Niepce a fines de la década de los Treinta del siglo XIX y le dio el nombre al daguerrotipo, primera modalidad pública del invento.

Casi al mismo tiempo (1833), al otro lado del océano, según el fotógrafo e investigador brasileño Boris Kossoy, en su libro Hércules Florence 1833; A Descoberta da fotografia no Brasil –editada en Sao Paulo, Facultade de Comunicaçao Social Anhebi, 1977–, otro francés,   Antoine Hércules Florence (1804 – 1879), que había fijado su residencia en Brasil, hacía experimentos con la cámara obscura y los rayos solares, que lo llevaron a inventar en América lo que ya en cierta forma se había y se estaba inventando en Europa. De Florence hablaremos próximamente en otro artículo.

A Venezuela llegan pronto las   noticias   del invento, no a través del cercano territorio de Brasil, como podría pensarse, sino por conductos que aunque más lejanos físicamente, tenían ya para entonces gran influencia en la vida caraqueña. Francia al igual que España y después Estados Unidos, pautan para el país las modas y los patrones de conducta a seguir y además envían el resultado de sus avances técnicos.

Según informaciones aparecidas en el catálogo Con la fuerza y verdad de la luz de los cielos, de la exposición homónima de Funrés, editado por la Galería de Arte Nacional, en 1977, primero fue El Correo de Caracas, de julio de 1839, el que reprodujo una importante y extensa nota que había sido publicada cuatro meses antes en el Blackwood’s Edimburgh Magazine, en la cual se daban las primeras noticias acerca de la sorprendente técnica.

Seis meses después de su “presentación en sociedad” –el 19 de agosto de 1839, en París–, El Eco Popular, periódico que había pertenecido en otro tiempo al comerciante francés Antonio Damirón, ofreció la noticia que ya empezaba a causar curiosidad entre los pocos lectores que tenían acceso a la prensa en la Venezuela de entonces.

En el mismo mes de febrero de 1840, se anuncia la llegada del primer daguerrotipo al país, enviado a la casa del cónsul francés en Venezuela. Y, por fin, el 7 de diciembre de ese mismo año, se cumple ahora el 140 aniversario, El Venezolano reproduce un material muy especial que nos habla de cómo Antonio Damirón, hombre polifacético, amante de las artes, quien fue a vacaciones a su país natal, no podía pasar por el centro de la cultura y cuna del invento, sin lograr que lo retratasen a él y obtener al mismo tiempo todos los implementos para poder repetir él mismo el procedimiento del daguerrotipo en su país de residencia.

Sin embargo, el valioso equipaje de Damirón no llegó nunca a su destino, pues desapareció de la Aduana de La Guaira.

El país debió esperar por el invento un año más, exactamente, y ya no fue de Damirón la primacía: el 28 de diciembre de 1841, el comerciante español

Francisco Goñiz, trajo un equipo de daguerrotipia, el cual utilizó por espacio de dos meses, para captar a algunos de los personajes pertenecientes a la alta sociedad caraqueña, desconociéndose por cierto, hasta el presente, el destino de tales materiales fotográficos.

Este artículo fue publicado originalmente en el diario EL NACIONAL, Caracas, 07/12/1980, pág. A–6.

Créditos de la fotografía: “Carnaval», de Guilherme Santos. 1932. Avenida Rio Branco, Rio de Janeiro. Brasil

 

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